El poema describe a una mujer cuencana que día a día teje sus recuerdos en el vaivén de sus dedos y que una vez culminado su trabajo se dispone a vender su historia investida en un sombrero de paja de gran valor y esencia aurática.
Ahí...en su lugar cotidiano
inclinada su frente
sus ojos ávidos
y sus dedos cual aspas del viento
se agitan a ritmo cadencioso
entre las pajas de la fresca toquilla.
Está Ella...
Mientras teje en un silente placer,
piensa en el pan que proporciona el hacer.
Tejedora sin igual,
tus sombreros hechos con fibras de delicado amor
cubren del candente sol
rostros pálidos y tiernos,
rostros de infantes
semblantes lacerados
por el tiempo y por los años.