¿Por una iconografía religiosa comercial?
La apropiación de la escultura de la Virgen de El Panecillo por parte del artista riobambeño Roberto Rodríguez Andrade establece el irónico gesto benjaminiano al descomponer la imagen religiosa iconográfica con la técnica de la fototipia sobre vidrio para, de esta forma, instaurar un nuevo discurso artístico contemporáneo.
La escultura de la Inmaculada alada realizada por el ecuatoriano Bernardo de Legarda pertenece a un conjunto de vírgenes en miniatura talladas en madera para su veneración en los conventos y en determinadas familias de la nobleza de la capital. La escala real de esta pieza en particular, es de 0,30 cm.
La escultura como sus demás obras, corresponde a la técnica del Barroco europeo que en Ecuador toma el nombre de Escuela quiteña. El estilo escultórico se caracteriza por el naturalismo adquirido en los detalles policromados incluyendo la técnica "pan de oro" que consiste en aplicar una sutil capa de oro sobre determinadas partes de la escultura al igual que en los ornamentos de las columnas internas y externas de las obras arquitectónicas, destacando el simbolismo de la riqueza (material) espiritual que subyace en el catolicismo. Las esculturas enfatizan los rasgos expresivos de los rostros y cuerpos lacerados, propios de la temática profundamente religiosa.
Con la primera apropiación de la Virgen de Legarda en 1976, fecha en la que la obra llamada Virgen de El Panecillo fue concluida tras un proceso de diseño y ensamblado de sus partes hechas en aluminio. La escultura inaugura una nueva forma de percepción de la religiosidad centrada en los claustros, con un significado de lo privado, lo íntimo, lo familiar, incluso, lo clasista. La obra pertenece al arquitecto español Agustín de la Herrán Matorras y fue colocada sobre la loma de El Panecillo que- desde aquella fecha- forma parte del paisaje capitalino con sus 30 metros de altura, sobre una base cilíndrica de 11 metros. Es considerada; por tanto, la más alta de Latinoamérica. Una emblemática creación escultórica ubicada en la capital ecuatoriana que forma parte de la identidad nacional.
Arte poética y el cine
En el año 2019, Roberto Rodríguez Andrade se reapropia de la escultura realizada por Matorras para subdimensionarla, desmitificarla y fragmentarla en siete soportes de vidrio debidamente encolumnados a fin de generar tridimensionalidad y profundidad visual para el asistente.
El concepto de la pieza escultórica está sustentado en la reproductividad técnica de la imagen religiosa, lo que evidencia la ideología del capitalismo tardío. La obra materializa de igual forma, la mercantilización de la imagen, desplazando el significado primigenio con el que fue concebido por Legarda y Matorras; por tanto, investidas con su nueva aura particular.
El artista riobambeño establece su ponencia visual aludiendo a su Arte poética de su escultura mientras recorre la necrópolis cuencana, explicando detalladamente, los procesos estéticos de la obra. La necrópolis es el espacio que alegoriza los aforismos de la reproductividad técnica (1947) de Walter Benjamin y la «muerte del arte» (1989) de Hegel.
BIbliografía:
Baudrillard, J. (1 991 ). La transparencia del mal.: ANAGRAMA. Barcelona
Benjamín Walter (2003) La Obra de arte en la era de la reproductividad técnica. Editorial Ítaca. México D.F
Castro, S. (2005). En teoría, es arte. Una introducción a la estética. Madrid: EDIBESA.
Hegel G.W (1966) Fenomenología del espíritu Fondo de Cultura Económica México D.F.
Ranciére, J. (2005). Sobre políticas estéticas. Universidad Autónoma de Barcelona.
Lipovetsky, G. (1 990). El imperio de lo efímero.: ANAGRAMA. Barcelona.
Por: af.com