Fortaleciendo la máquina de fuerza
La palabra halterofilia deriva del griego: ἁλτῆρες [haltēres] referente a los atletas que ejercitaban su cuerpo con un peso adicional para fortalecer la musculatura y así lograr niveles competitivos en los juegos olímpicos en honor a Zeus.
Han pasado más de cuatro mil años y el fortalecimiento del sistema muscular humano se rige a las mismas técnicas y objetivos planteados por los griegos; pues, además del carácter ritual-deportivo, esta disciplina adquiere importancia en lo relacionado a la salud y la estética corporal, por lo que constituye el paradigma del canon estético que definió al mundo clásico y luego al renacentista: el cuerpo y el desarrollo del sistema muscular como la perfección de una máquina de fuerza, belleza y sapiencia, dones que lo aproximaba a la categoría de deidad inmortal.
La halterofilia, desde el punto de vista exclusivamente de la salud corporal, cumple con varias funciones primordiales: a) optimiza la asimilación de los minerales como el fósforo y el calcio en el sistema óseo, b) fija y optimiza el funcionamiento metabólico de los órganos del cuerpo, c) reduce los niveles de azúcar y presión sanguínea, c) minimiza los daños a los órganos internos causados por golpes contusos y d) provee de la fuerza necesaria para realizar movimientos corporales básicos; sin embargo, existe niveles de entrenamiento constante que el hombre ha incursionado a través del tiempo siguiendo el paradigma griego, que consiste en demostrar la habilidad, la fuerza, la disciplina y la técnica de levantar peso considerable en niveles intermedio y competitivo.
Diana Zambrano y Andrés Matías en su artículo Aspectos moleculares de la fuerza en halterofilia mencionan que:
La fuerza es una de las capacidades motoras fundamentales del rendimiento deportivo, en el entrenamiento se producen adaptaciones neuromusculares y alteraciones metabólicas que mejoran el rendimiento durante la competición, el entrenamiento físico de fuerza, mejora el rendimiento de los deportistas durante el periodo competitivo, así también la plasticidad del tejido muscular esquelético, permitiendo con ello la manifestación de diferentes adaptaciones a las demandas funcionales de cada deportista ligadas a procesos de carácter mecánico, metabólico y electrofisiológico específicos de cualquier modalidad deportiva (pág.18)
De esta forma, el fortalecimiento muscular regida para el cuerpo, se focaliza según la necesidad que exige cada disciplina deportiva -en mayor o menor proporción- a cada uno de los sectores musculares, sean éstos: trapecios, deltoides, dorsales, bíceps, supinadores, pectorales, el conjunto de la espalda, los oblicuos, de los músculos que integran las caderas, los glúteos, los muslos, las pantorrillas, etc.
El entrenamiento semanal debe cubrir, de manera alternada, cada uno de los músculos para un desarrollo óptimo de la fuerza motriz según la exigencia de cada deporte. Finalmente, el estiramiento, la distención de las fibras musculares tras cada rutina de modo permitiendo la asimilación metabólica de cada una de las sustancias químicas incorporadas en los músculos en reposo.
La halterofilia cumple con el objetivo primordial, sea a nivel básico, intermedio o competitivo: fortalecer la motricidad en el desarrollo de las actividades humanas en la vida diaria, además de proteger la integridad del cuerpo humano contra golpes contusos y potencializar la densidad muscular del cuerpo para llevar a cabo distintas y variadas subdisciplinas deportivas.
af