Los instrumentos musicales de viento generan sonidos por intervención directa de la intensidad y la frecuencia de la expulsión del aire desde los pulmones hacia la boca, y el modo con el que son matizados por el movimiento de la lengua y de los labios.

 

    Los instrumentos de viento se relacionan directamente con el "hálito de la vida" materializados por objetos cilíndricos alargados, acústicamente intervenidos,  por donde el aire fluye.

   Históricamente, los pueblos ancestrales de nuestro continente, al igual que los pueblos de las culturas milenarias del resto del mundo, reproducían los sonidos de la naturaleza con objetos que la madre naturaleza les proveía. El músico, de manera empírica, asignaba cualidades antropomórficas a las deidades, acentuando ciertas características acústicas. Los dioses en compensación a las bellas melodías que en su honor se entonaban, proveían de los cuatro elementos vitales para la sobrevivencia de la familia y del pueblo a la que pertenecía el músico.

   Con el devenir del tiempo, y con el advenimiento de los primeros jeroglíficos e ideogramas, y el alfabeto fonético y gráfico, el hombre procuró fijar los bellos sonidos en soportes de papel que acogía su memoria.

   Es así como con los primeros intentos de perdurar la melodía se establecieron los pentagramas pitagóricos que consiste en el trazo de varias figuras sobre un fondo de líneas en las que se representan, gráficamente, los sonidos, los cuales permiten interpretar y componer melodías con emociones en distintas épocas históricas.

  De este modo, en la contemporaneidad, los sonidos milenarios son actualizados en su forma y en su intención estética, permitiéndonos establecer un viaje acústico-místico de la cosmovisión de cada una de las culturas milenarias.

af