El reloj de Sofía
En la periferia de la ciudad de Cuenca hay un hermoso y tranquilo vecindario compuesto por seis casas y al frente de ellas, otras seis, de las cuales dos están deshabitadas. Una de estas casas se caracteriza por ser la más grande. El segundo piso de la edificación en mención se caracteriza por tener una ventana en cuyo alfeizar reposan unas plantitas como violetas y geranios que proveen de una hermosa vista desde el interior de la habitación, la cual se caracteriza por ser ordenada y limpia. El fulgor de los primeros rayos del sol ingresa a la alcoba y recorre una pequeña biblioteca con unos hermosos libros de ciencias como lenguaje, matemáticas, biología, botánica, zoología y otros de bellas artes como literatura, pintura y música.
Aquella luminosidad va aclarando los retratos familiares ubicados sobre un hermoso velador de madera sobre el cual descansa un reloj despertador blanco cuyas manijas son negras. El reloj tiene un monótono ritmo de tic tac.
Unos segundos después, las manijas del reloj dan las 06:00 en punto; consecuentemente, la alarma suena con su característico ruido de campanas. La mano de Sofía logra apagar la estridente alarma. Sofía en medio de las cobijas, se persigna y estira sus brazos. Luego, se yergue logrando sentarse y bajar los pies al piso: -Esta vez llegaré temprano- se dijo.