La ciudad kañari, Guapondélig, “llanura grande como el cielo”, fortalecida desde el Período de integración (500 a. C) se sometió al proceso de conquista Incaica en 1493 d.C. con el que tomó un segundo nominativo: Tumipamba "campo de tumi" para finalmente, en 1532 denominarse Cuenca, evocando la topografía de la Cuenca de España la cual, desde la geología, responde a similares procesos formativos del Triásico.
Los procesos de asentamientos humanos sobre los valles y llanuras que comprende la cordillera de los Andes, se dieron por la fertilidad de sus tierras cuyas aguas límpidas proveían de la gran variedad de productos agrícolas. En el período de Integración, los kañaris intercambiaron sus productos con varias culturas nómadas del norte y del sur del continente, hasta la llegada de los Incas, imperio con el que logra convivir y mantener su cosmovisión ancestral.
Históricamente, la exigua población de la ciudad kañari de Guapondélig ocupó la terraza central, una de las tres en las que se ha segmentado el valle definido, claramente, por los cuatro afluentes como resultado final de los desplazamientos tectónicos en el Mioceno, hace 25 millones de años.
En las primeras décadas de la República del Ecuador con el boom petrolero, la ciudad de Cuenca se expandió a través de la llanura, por el desarrollo económico que, paradójicamente, generó grandes brechas de separación entre las clases sociales. Aquí los puentes constituyen un valor simbólico, pues establecen la conexión comercial de los pobladores que se trasladan desde la terraza fluvial periférica hacia la terraza central del casco colonial.
De esta forma, cada puente de la ciudad conserva su valor histórico como pieza estética que unifica las distintas maneras de ver el mundo de los pobladores cuencanos. El Puente roto, por ejemplo, construido en el año 1840 por el arquitecto Juan de la Cruz Pigara con el fin establecer vínculo de comunicación entre las depresiones de la terraza de El Ejido con la del Centro Histórico, se denominó puente Todos Santos, el cual colapsa en el año 1950 ante el desborde del rio Tomebamba, Julián Matadero. A partir de este evento, el puente permitió reconfigurar el significado de unión por el de la identidad de toda una ciudad, al constituirse como un punto permanente de encuentros y expresiones culturales del pueblo cuencano.
af