El motor utilizado tanto, en microestructuras (dispositivos incorporados al cuerpo humano) como en las macroestructuras (sistemas de movilización masiva) constituyó un importante invento para la creación de las maquinarias ferroviarias que facilitaron el desplazamiento poblacional, modificando así, los espacios corpóreos y la individualidad humana dentro de un conjunto social económicamente dinámico.
En la Edad moderna (1700) se dio un importante silogismo cultural por el hecho de converger en la tecnología del motor, los aportes de la ciencia y la técnica aplicada. Así en 1712 James Watt desarrolló el motor a vapor. Con este antecedente Richard Trevithick crea el ferrocarril, en 1771. Estos magnos inventos permitieron a la humanidad trasportarse en vagones exclusivos y a grandes distancias. Los vagones posteriores contaban, además, con plataformas de carga para facilitar el intercambio comercial entre las pequeñas ciudades en desarrollo.
La transportación ferroviaria permitió el progreso socioeconómico de las ciudades y las metrópolis; por lo que, se incorpora el concepto de ferrocarril subterráneo urbano al cual se denominó Metro. El primer transporte subterráneo fue creado por Charles Pearson, en 1863.
Finalmente, en 1884 surge el tranvía promovido por John Outra. La micro-máquina, cuya versión acortada del ferrocarril, permite movilizarse -con un parsimonioso y serpenteante desplazamiento- por los principales lugares patrimoniales de las ciudades y contemplar la belleza urbana. Una máquina impulsada por el complejo sistema eléctrico, cuya fuente es generada desde la turbina hidroeléctrica.
De esta manera, las ciudades configuran sus imaginarios subrayando el progreso económico, a través de la implementación de los avances de la Revolución Industrial especialmente a aquellos relacionados a los sistemas del transporte urbano para una población que participa del voraz sistema capitalista.
af