El destello de sus ojos, se ha apagado

y una fina lámina de perfume cubre

su rostro del mundo, mientras recuerda

se ve frente a la cornucopia que brilla

la alegría envuelta en un olor a eucalipto.

Su hogar entre la arboleda

se encuentra vacía, sin consorte ni vástagos

que la esperen

mientras la hiena

junto a la laguna calmada.

En un país lejano, cautiva y entre lamentos

del destino, rostros estoicos

cual deidades griegas rastros olvidados

al fin, en el umbral desplaza la falleba

para ver la ciudad desierta vacía desolada

como en el fin de los tiempos del antiguo Egipto

y como hoy...