La ciudad de Cuenca desde la época prehispánica se caracterizó por la concesión de la topografía pre-urbana a cada uno de los grupos familiares, según determinados conceptos: 1.- la representación jerárquica de las castas sociales, 2.- por la zonificación religiosa en torno al dios Viracocha y 3.- por la organización económica, siguiendo un patrón de geometrismo astronómico. Conceptos ancestrales que fueron modificados y desplazados a partir de la conquista española y que, durante los siglos XX y XXI, han sido rescatados y revalorados culturalmente con los estudios decoloniales y poscoloniales.

   En la época colonial, la forma de organización urbana introduce exclusivamente el estilo de la construcción vernácula de la Edad Media caracterizada por la distribución de las habitaciones alrededor de un patio central.

   Los elementos vernáculos que, desde la Colonia y luego en la República, forman parte de la identidad cuencana, están caracterizados por el predominio del cultivo de especies florales endémicas distribuidas en el interior del patio y el traspatio de las construcciones, propiciando una atmósfera de paz y tranquilidad a las familias, en su convivencia con la naturaleza.

 Las formas de edificar los habitáculos coloniales, se caracterizaron por la utilización de algunos materiales autóctonos de la zona: adobe, paja, teja, carrizo y piedra de rio y de caliza de tal forma que las estructuras conviven en equilibrio con la naturaleza en su estado ritual; es decir un paisajismo sagrado.

  En la actualidad, aquellas edificaciones vernáculas se han deteriorado. El tiempo se ha encargado de destruir, paulatinamente, la historia; por lo que, es inevitable que las nuevas construcciones modernas y vanguardistas -incluso kitsch- escriban sobre los vestigios de la tradición, la nueva identidad cuencana, a manera de un palimpsesto arquitectónico.

af